El resentimiento y
la culpa son venenos para el alma. Son mucho más perjudiciales para uno mismo
que para cualquier otra persona. En este artículo descubrirás las causas del
resentimiento y cómo puedes abrirte a la verdad que cura el dolor de la ira y
del resentimiento.
Nuestro ego o yo herido cree que
si echamos la culpa a alguien, de alguna manera podemos tener control sobre esa
persona o sobre el resultado de las cosas que deseamos. Pero lo que el
resentimiento realmente hace es enviarnos a las tinieblas y ubicarnos a
nosotros mismos como una víctima.
Es muy útil pensar en el
resentimiento como el envenenamiento de uno mismo mientras se espera que el
otro sea quien sufra algún daño. Si logras comprender que la ira, la culpa y el
resentimiento son venenos para el alma, este razonamiento puede ayudarte a que
tengas la intención en liberarte de esos sentimientos oscuros.
Es necesario que sepas que esos
sentimientos no vienen solos, son el resultado de pensamientos y creencias
oscuras y confusas. Por ejemplo, si usted tiene la idea, “Juan Carlos me está
haciendo daño con esa actitud de constantes críticas y juicios”, es probable
que te veas a ti mismo como una víctima y te sientas enfadado y resentido. Pero
sostener ese pensamiento o creencia no significa que sea una realidad, podrían
existir múltiples razones en las que Juan Carlos tenga una actitud crítica y
haga constantes juicios hacia su entorno; su propia baja autoestima puede
llevarle a tener una actitud desdeñosa con los demás.
El resentimiento, puede ayudarte
a reconocer que te estas identificando con tu ego, el cual siempre cultivará
pensamientos y sentimientos que causan dolor emocional, puesto que vive
comparandose con los demás y busca la aprobación, aceptación y amor afuera.
Cuando te identificas con tu Espíritu, quien en verdad eres, tus pensamientos y
sentimientos son optimistas, y tiene como cimientos la aceptación y el amor.
Por el contrario, pensamientos que causan ira, miedo y resentimiento
son pensamientos que han sido creados por el Yo herido, estos no se basan en la
verdad, porque la verdad nunca provoca ira y miedo. La verdad sin duda puede
causar tristeza y dolor, como cuando un ser querido se ha ido, ha fallecido.
Pero la ira y el resentimiento no son lo mismo que la tristeza y el dolor. La
ira y el resentimiento son el resultado de culpar a alguien o algo.
La verdad sobre el dolor de un
ser querido que ha fallecido, puede liberarse abriendose a conocer la verdad,
entendiendo y aceptando el proceso de la vida. La fe en Dios como fuente de amor
que a uno lo sostiene. La creencia de que el alma no muere, sino que deja esta
particular vida cuando ha concluido con lo que tenía que aprender en esta
encarnación, hace posible la aceptación de la pérdida, y uno puede
entristecerse, pero sin resentimiento. Así, uno no está permitiendo que esta
gran pérdida envenene su alma.
La traducción bíblica literal de
la palabra “pecado” es “fuera de lugar”. Cuando nuestro pensamiento y
comportamiento están fuera de lugar, estamos “pecando” porque no estamos en la
verdad. Dios es la verdad, el amor, la paz y la alegría. Cuando no estamos en
el amor y la verdad, entonces estamos lejos del lugar que nos corresponde para
alcanzar la felicidad. Al estar fuera del lugar que nos corresponde, nuestros
resultados son pensamientos cargados de negatividad – ira, miedo, ansiedad,
depresión, resentimiento, culpa. La negatividad es perjudicial para el alma.
Este es un “pecado” contra nosotros mismos.
Nuestro ego herido tiene su
origen en la mente y es la parte de nosotros que quiere el control, su objetivo
primordial es conseguir amor, evitar el dolor y alcanzar la sensación de
seguridad; lo que hace que constantemente los pensamientos estén fuera de
lugar. El ego es incapaz de saber lo que es verdad y lo que no lo es. Piensa
que es sabio e inteligente, pero en realidad siempre está “fuera de lugar”.
Todos los pensamientos que vienen del ego se basan en el deseo de control sobre
los demás y los resultados ansiados. El deseo de controlar es lo contrario del
deseo de amar y estar en la verdad.
La verdad no se origina en la
mente pensante. La verdad viene a la mente desde el Espíritu, esto sucede
cuando estamos abiertos a aprender sobre el amor y la verdad. La verdad nunca
crea resentimiento alguno.
La ira, el resentimiento, la
ansiedad, el miedo, la depresión – estos sentimientos son señales de que usted
no está en la verdad, que está permitiendo que su ego tome dominio sobre su
vida y su alma. Cuando uno aprende a conectar con su interior, y abre su
corazón para conocer la verdad, aprende a amarse a sí mismo y a los demás,
entonces se libera de los sentimientos negativos y comienza a vivir en paz y
alegría que viene de estar en la verdad, incluso en los momentos donde uno
tenga que hacer frente a la tristeza y dolor. (…)
Alejandra Plaza, Licenciada en Administración de Empresas,
Master en Gestión Empresarial y Master en Comercio Internacional, Coach
y Motivadora
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